En las noches
cuando te descubro mirándome
con tal franqueza,
siento la inmensidad del mismo mar
de tus ojos,
penetrándome cada célula,
cada secreto encubierto.
Abandonas la mirada
con pena,
y la colocas sobre la almohada
que sujetamos cada noche
entre tu cabeza y la mía;
tomo tu mano
y mis dedos se debilitan
ante ti,
me haces creer en la simplicidad
y en la grandeza
que me concenden tus ojos.
Tu mirada,
el principio que no tiene fin.
Con la noche, el amor llega transparente, para disfrutarlo a plenitud. Me gustó mucho tu poema.
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Así, ni el fragor de las olas despertarán tu sueño. Me gustó tu poema.
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